En el vasto y efervescente dominio de la gastronomía rápida, un cambio en el menú de un establecimiento reverbera a través del paladar colectivo con sutil, pero inconfundible, impacto. KFC, santuario del pollo frito cuya fama eclipsa fronteras, ha decidido despedirse de un miembro de su congregación culinaria: las galletas. Cual ave que abandona su nido al atisbar la madurez del vuelo, las galletas se desvanecen del repertorio de KFC, dejando tras de sí un legado de textura y sabor…