En el extenso repertorio de curiosidades del cuerpo humano, reside la asombrosa facultad del estómago de ser un anfitrión para banquetes de variado volumen. Visualicemos esta capacidad como una sala de conciertos, donde el espacio puede ser ajustado para recibir desde un íntimo recital hasta una grandiosa sinfonía alimenticia. El estómago, aquel contenedor corpóreo, se distingue por su volubilidad; es un maestro de la adaptación. Empieza su jornada como un pequeño refugio, pero ante la presencia de alimentos, se transfigura,…