En la danza de los mercados, donde monedas intercambian guiños con los productos, el kilogramo de carne de camello se presenta como un susurrante misterio para muchos. Un sinfín de factores, desde las arenas del clima económico hasta los océanos de la oferta y demanda, moldean su valor monetario. Hablemos entonces del peculio que uno debe desembolsar por esta exquisitez cárnica. No es menester ignorar que su precio no es estático, sino más bien fluctuante como una duna en constante…