En la odisea contemporánea hacia el modelado de la silueta humana, el limón se ha erigido como un supuesto alquimista capaz de transmutar los montículos de grasa abdominal en valles de firmeza. Se susurran leyendas urbanas que atribuyen a esta cítrica esfera la habilidad de acelerar la despedida de los adipocitos rebeldes con tan solo rozar las papilas gustativas. Ahondemos en esta cuestión sin dejar que los hechizos del mito embauquen nuestra percepción. La realidad científica, resplandeciente bajo la luz…