Adentrémonos en las profundidades del cuerpo humano, ese templo de misterios biológicos, para desentrañar una pregunta que, aunque pueda sonar a musa de mitos urbanos, ancla sus raíces en la genuina curiosidad científica: ¿Será menester de las heces llevarse consigo los lastres grasientos que depositamos en nuestros templos? Primero, sin dar cabida al equívoco, señalemos que el orbe del metabolismo es un laberinto de transformaciones químicas más intrincado que un tapiz tejido por las Parcas. La grasa, esa sustancia oleaginosa…