Entre los vericuetos de la cocina, un acto tan mundano como el escurrimiento de la carne molida revela su magisterio sobre salud y paladar. Al obviar el exilio del exceso de grasa tras el sofrito, nos zambullimos en un mar de consecuencias para el bienestar corporal y la experiencia gustativa. En primer lugar, consideremos que el tejido adiposo que escapa del colador carga consigo, no solo calorías en demasía, sino también una cuota de lipídicos saturados – esos notorios artífices…