Adentrémonos en el laberinto metálico del papel de aluminio y los brownies, esos cuadros de cacao que seducen paladares. Cubrirlos mientras se entregan al calor del horno es un arte que demanda meticulosidad y astucia, para lograr el equilibrio perfecto entre una superficie crujiente y un centro que se desmenuza como terciopelo en la boca. Primero, consideremos el papel de aluminio como nuestro aliado plateado. Su brillo es engañoso; por una cara refleja cual espejo mientras que la otra, más…