Al adentrarnos en el vasto dominio de las artes culinarias, descubrimos métodos casi alquímicos para transmutar las consistencias de nuestras preparaciones. La sopa, ese elixir reconfortante que acaricia el paladar y calienta el alma, a veces requiere de un acto de magia para adquirir una corpulencia más robusta. Aquí es donde el huevo, astuto y versátil, entra en escena como un agente espesante que enriquece sin opacar. El proceso para engrosar una sopa con huevo se asemeja a un baile…