La mineralidad es una noción subjetiva, por lo tanto no medible, a diferencia de la acidez, por ejemplo, con la que a menudo se asocia erróneamente. Concepto sobreutilizado, utilizado hoy para describir muchos vinos, a veces erróneamente, la mineralidad es sin embargo inicialmente el signo de un vino de calidad. Ya sea tinto o blanco, la mineralidad aporta equilibrio, frescor, tensión y profundidad al vino.
Orígenes de la mineralidad en el vino
- TERROIR: determinados terruños como pedregosos, toba, pedernal, esquistos… aportarán mineralidad a los vinos. Sin embargo, sorprendentemente y para ponerlo en perspectiva, algunos enólogos cuestionan la influencia de los minerales del suelo en el sabor del vino.
- la UVA: determinadas variedades de uva como sauvignon, chenin, riesling, macabeu, vermentino … aportarán una mayor mineralidad a los vinos
- EL MEDIO AMBIENTE DEL VIÑEDO: por ejemplo, viñedos rodeados por el océano o plantados en suelo volcánico.
Expresión de mineralidad en vino
En NARIZ (sensación olfativa), hablamos de aromas minerales: pedernal, guijarros, pedernal, yodo, marino, ahumado, mina de lápiz, tinta seca… e incluso podemos añadir aromas peciolados.
La mineralidad no se explica, se saborea: ¡lame un guijarro en tiempo lluvioso y verás!
En BOCA esto se traduce en notas salinas (especialmente en el final), una sensación de mayor frescor, un final salivante, más largo y preciso, que aportará complejidad y elegancia al vino.