En el vasto reino de la culinaria, donde la proteína animal reina entre aromas y sabores, un fenómeno ha causado disertaciones entre los sibaritas y artífices de los fogones: el cambio cromático de la carne molida, de un rosa vivo a un gris opaco. Este ballet de tonalidades ha provocado que muchos se pregunten si, al menguar el color original, la carne molida declara su propia obsolescencia. Primero y principal, deberíamos consultar a las musas de la ciencia, que nos…