En la tapestria de la gastronomía, los hilos de la temperatura juegan un rol crucial en el tapiz que se teje alrededor del fenómeno de la saciedad. El calor y el frío no son meros espectadores en el teatro del apetito, sino actores principales que modulan nuestra percepción del hartazgo. Sumergirse en las aguas cálidas de un caldo reconfortante o en las olas refrescantes de una ensalada crujiente es una odisea que va más allá del sabor; es un viaje…