Adentrémonos en el dominio de la alquimia láctea, donde un líquido blanco y sin pretensiones, como es la leche, se transfigura en una sustancia cremosa y benevolente para nuestra flora intestinal: el yogur. Esta metamorfosis no es obra de un conjuro, sino del cultivo meticuloso de microorganismos fervientes que orquestan la fermentación. Inicia tu odisea adquiriendo un litro de leche; puede ser una vestal virgen, conocida como leche pasteurizada no UHT, o una leche UHT – esa sí requiere menos…